Durante más de seis meses de este 2020, nos hemos preguntado en algún momento de reflexión: ¿en qué me cambió la pandemia? ¿Qué puedo hacer para mantenerme productivo y activo? ¿Qué generó en mí, mi familia y mi trabajo la cuarentena? ¿Cuál será la «nueva normalidad»?
Sinceramente, con todos los «diarios del lunes», no creo que nos haya cambiado, en nada. Me atrevo a advertir que este famoso COVID-19 y su respectivo aislamiento social, preventivo y obligatorio, no nos cambió ni individual ni colectivamente. Sino que potenció lo que realmente somos. Aquello que en esencia llevamos dentro y nos mueve como personas, como seres en sociedad: las personas emprendedoras, generaron nuevos negocios, Pymes y emprendimientos familiares, potenciados por el entorno digital, Wifi y redes globales. Empresas como Mercado Libre, correos y ventas online, vieron crecer sus ventas en un contexto complejo y desafiante. Rubros como el gastronómico, turístico, educativo, petrolero y profesionales que requieren de presencialidad para brindar sus servicios, tuvieron que transformarse digitalmente rápida y desprolijamente. Aquellos que lograron adaptarse al entorno digital, podrán salir airosos o al menos empatados de esta pandemia. Los que no consiguen adaptarse al contexto, no podrán decir lo mismo en el año 2021, con suerte.
Asimismo, aquellos gobiernos y gestores públicos honestos, tuvieron que redoblar la apuesta y trabajar el triple, en su transparencia y en su capacidad de gestión al mando de organismos públicos de salud, infraestructura, economía, derechos humanos, ONGs, entre otros. En cambio, los agentes públicos bañados en corrupción desde hace décadas, encontraron un «caldo de cultivo» para desarrollar toda su impronta corrupta en nombre del COVID-19 y la salud pública. Peor que la misma dictadura militar que azotó a América Latina durante la década del setenta y principios del ochenta, estos «corsarios» roban para la corona, cual asociación ilícita, con todo el aparato Estatal de su lado, siguen perpetuados los mismos parásitos desde hace más de 20 años dentro de la gestión pública. Esperemos, aprendamos a no volver a votarlos y que la democracia sea al fin, una herramienta de evolución social y no «la tiranía de la mayoría», como advertía Alexis de Tocquellive sobre los peligros de la democracia, desde hace siglos atrás.
Es por ello, que este contexto nos empuja a más democracia, a una investigación académica y periodismo de investigación de calidad. Por fuera tienen que quedar los periodistas de «cotillón» y pasquines de «pacotilla», pagados por los gobiernos de turno, aplaudiendo y justificando la corrupción partidaria, la violencia institucional y de género. Aquí es donde entran escena los organismos competentes de derechos humanos, ministerios de seguridad, fiscalías, oficinas de género y violencia familiar. La protección institucional, a nivel municipal, nacional, regional e internacional, en este contexto de desamparo y desidia, es clave.
Asimismo, nuestra responsabilidad social, implica un mayor acercamiento, formación y empoderamiento ciudadano, comprometidos con lo que nos pasa alrededor y con la obligación personal de pedir públicamente por un gobierno abierto, hacia una gestión pública más transparente, participativa y colaborativa entre Estado y la sociedad civil.
En este marco, los programas de formación que ofrecemos junto con colegas de Argentina, Colombia y Ecuador, tienen por objetivo transmitir el rol fundamental del empoderamiento y la participación ciudadana en la mejora de la democracia. Dar a entender de qué manera las políticas que propicia un gobierno abierto, junto con la construcción de espacios que fomentan la participación ciudadana, incentivan la construcción de una democracia más solida y saludable.
Es un llamado a la reflexión, un mea culpa global. Sino «hicimos un click» hoy con todo lo que hemos vivido con la pandemia mundial, no hemos aprendido nada como sociedad. Entonces, ¿todo es culpa del COVID-19? No. La culpa es compartida. La culpa no es del murciélago chino. La culpa es nuestra. Y la culpa, también es mía.
Autora Invitada: Micaela Persson PhD (c)

Micaela Persson. Doctora en Educación Superior(c), Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Palermo, Argentina. Licenciada en Relaciones Internacionales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. Certificación Yale University en Metodologías Cualitativas y Participación Ciudadana. Coordinadora de Investigación y Tesis-Editora Revista Palermo Business Review, Escuela de Negocios-MBA, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Palermo, Argentina. Tutora de Tesis MBA en ITBA., Argentina. Profesora universitaria en UP, UCES, UBA, IAE y Fundación de Altos Estudios. Evaluadora de artículos en Revista Apuntes Contables, Universidad del Externado, Colombia. Autora de dos libros y diversos artículos académicos internacionales.