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Los sesgos cognitivos son desviaciones sistemáticas del pensamiento racional que afectan la forma en que percibimos la información y tomamos decisiones.

Si bien los sesgos son inevitables, existen estrategias basadas en evidencia que pueden ayudarnos a reducir sus efectos negativos en nuestro proceso de toma de decisiones.

Si la realidad no es como creemos, ¿por qué no nos cuestionamos?

Algunos de los sesgos cognitivos más comunes que afectan nuestra toma de decisiones son:

  1. Sesgo de autocomplacencia:
    1. Nos lleva a atribuir demasiado crédito a nosotros mismos por los éxitos y a culpar factores externos por los fracasos. Esto puede ocasionar una excesiva confianza en nuestras habilidades y juicios.
  2. Efecto Dunning-Kruger:
    1. Hace que las personas menos competentes tiendan a sobreestimar su habilidad, mientras que los expertos subestiman la suya. Puede llevar a decisiones poco informadas por parte de novatos.
  3. Sesgo de creencia:
    1. Nos hace juzgar la solidez de un argumento, basándonos en si su conclusión encaja con nuestras ideas preconcebidas, en lugar de evaluar objetivamente la evidencia. Puede reforzar creencias erróneas.
  4. Sesgo de compromiso creciente:
    1. Persistir en una línea de acción, aunque tenga resultados negativos, solo porque ya hemos invertido recursos en ella. Provoca decisiones irracionales.
  5. Sesgo del jugador:
    1. Ver patrones aleatorios y creer que eventos pasados afectan posibilidades futuras independientes. Da una falsa impresión de poder predecir eventos aleatorios.
  6. Sesgo de agrupamiento:
    1. Encontrar patrones y conglomerados en datos aleatorios. Puede llevar a conclusiones engañosas basadas en correlaciones débiles o inexistentes.

Mitigar los sesgos cognitivos requiere que adoptemos una cultura de reconocimiento de los mismos, junto con el desarrollo constante de cuestionamiento y experimentación.

Debemos buscar activamente datos que desafíen nuestras creencias y someter nuestras hipótesis a rigurosas pruebas. Herramientas como el pensamiento crítico, el análisis causal y la simulación de escenarios alternativos pueden fortalecer nuestra capacidad de juzgar situaciones complejas.

Si bien los sesgos nunca desaparecerán, mantenernos alertas, recopilar información de calidad y considerar perspectivas divergentes puede mejorar la racionalidad de nuestras decisiones. Superar nuestra propia naturaleza engañosa y resistente al cambio, es un desafío constante, pero con la ayuda de datos, métodos sólidos y una mentalidad abierta podemos aspirar a tomar mejores decisiones.

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